Así habrás visto la impotencia de los hombres
porque suplican ante
su mísera herida,
por el hambre y el
dolor de su querida
y también al niño que
se abandonó sin nombre.
Pero ha tu hijo lo
mandantes con un guiño
que el mismo hombre
sin saber no te entendía,
y eras tú mismo que
quisiste ser un niño
y aunque te han visto
pero no te comprendían.
Sé que sufriste por
un valle y con el peso
De tu pesada cruz que
tú mismo llevaste,
y era tu madre quien
sufrió y tú la llamaste
que con un llanto
ella recibió tu beso.
Era tu carne que
sufriendo con despecho
y con tu fuerza la
has vencido y doblegado,
la misma muerte que
ha tu cuerpo vio desecho
pero así mismo vio a
tu espíritu elevado.
Y ningún hombre se
podrá olvidar de eso
que es lo más grandes
que tú mismo nos has dado,
quedando siempre en
ti la fuerza de tu peso
que ahora nos queda
como el único legado.
Es ese cielo tan
hermoso que creaste
que con afán de las
aguas has separado,
con el toque de tu
mano te inspiraste
Y es mi conciencia en
tu ser que se a amparado…
Facian Solé
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